Esteu aquí

una dedicatòria

 

Una dedicatòria

Querida (mi) Cori:

Me pides que te cuente o te hable de algún objeto perdido y no encontrado... Verás, yo siempre he pensado que la vida es, básicamente, ir perdiendo personas y cosas, con lo cual la idea concreta de la pérdida de un objeto (físico) quizá habría que enmarcarla en la triste realidad de una pérdida múcho más amplia, a la vez que mucho más vital (paradógicamente) y dramática, la del inmenso flujo y reflujo de las olas de la vida, que al igual que te alejan de una determinada costa habitada por seres y cosas amados también te acercan esas mismas olas a otros nuevos seres y cosas. Vamos que sí, que efectivamente, que la naturaleza, una vez más, es sabia. Por eso me gusta tanto un maravilloso poema de Ingebord Bachmann que dice así: “No te he perdido a ti / sino al mundo.” Magnífico, ¿verdad? Pero te explico, te explico... Hace más de 25 años yendo al cine en Madrid con un amigo me encontre con Rafael Alberti en la fila del cine, cuando recién acababa de volver a España desde el exilio. Como sabes que la juventud es muy atrevida, yo, ni corto ni perezoso, me abalancé (literalmente) sobre él (acompañado de María Teresa León, su primera mujer) y le dije lo mucho que me gustaba y admiraba su poesía, pues hacía muy pocos meses que había leído esa maravilla inagotable que es Sobre los ángeles. Pues bien, el bueno de Alberti, generosísmo él, sacó su bloc de dibujo y empezó a dibujar una de sus famosas palomas de la paz, con esta dedicatoria: “A […], un muchacho que me gusta.” Yo, en ese momento, creí ser el chico más feliz y afortunado de la tierra. La famosa paloma de Alberti la hice famosísima en mi entorno familiar y afectivo, pues a todo el mundo se la enseñaba. Pasado un tiempo decidí guardarla en un sitio tan, tan y tan seguro que nunca más la encontré. Ahora pienso que la paloma decidió no equivocarse, una vez más, y optó por la libertad. Paradoja: no conviene guardar ni aprisionar las cosas, ni las más queridas, pues por muchos cerrojos que pongamos siempre, siempre, las perderemos. Espero, querida Cori, que esta pequeña nota que te envío te sirva para ese nuevo (y magnífico, no lo dudo) proyecto en el que estás embarcada. Te quiero.

DEDICATORIA / 077